el sueño, este imperio a cuyas filas no puedo renunciar, ocurre en desorden, blanco y negro, a través de la ventana. hoy son niños los que me tocan el hombro: máscaras vienesas, la nostalgia corriendo río arriba, extendiéndose en los canales desnudos bajo el invierno. oh, la caricia de los sueños. este es un hechizo que no puedo deshacer y por ahora la invocación es más que suficiente.
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