sábado, 20 de diciembre de 2014

Lelia, George Sand

Fuera de la función de entretener, conmover y enseñar, hay libros que, simplemente, actúan como un espejo.

La trama, en realidad, me parece lo de menos. La historia es un marco en el cual puede la escritora desarrollar sus teorías, exponer sus debates internos y su propias angustias. En Lelia el triángulo Dios-Amor-Humanidad aparece explorado en todas las dimensiones que George Sand pudo imaginar. En un momento u otro la atormentada Lelia, el soñador Stenio y el rígido Magnus exponen con diferentes razonamientos y bajo distintas circunstancias, sus ideas y sentimientos al respecto. Sin embargo, el tema común en los tres es la duda: a veces la tríada tiene un elemento divino y lleno de gracia, a veces es una ilusión, cuando no una condena.

Mientras la duda y la contradicción son por una parte el cristal bajo el que se estudian la vida y las relaciones humanas, por la otra están las verdades absolutas de Trenmor y Pulchérie. En un extremo del espectro, Trenmor se presenta con un estoicismo inquebrantable, templado por la experiencia de su edad y ninguna alegría o tristeza ocupa sus energías. En el otro extremo se presenta la hermana de Lelia, una cortesana entregada a la inmediatez de los placeres terrenales sin cuestionar nada más allá:

"No tengo la felicidad -dijo Pulchérie-. No la he buscado. A diferencia de ti, no he vivido con decepciones. No le he exigido a la vida más de lo que puede darme. He reducido toda mi ambición a saber como disfrutar de lo que existe. He hecho de mi virtud no sentir desprecio y mi sabiduría está en no desear nada fuera de ciertos límites (...) Pero para no caer en la desesperación, me refugio en la religión del placer."

Lelia, en el centro de la trama, aparece como un personaje torturado por su soledad física, emocional e intelectual. Los demás a su alrededor se equivocan al leer sus dudas sólo en el aspecto superficial y como consecuencia interpretan su ironía y su aislamiento como un tipo de esnobismo. En casos hasta ven en su comportamiento un juego deliberado en el que hay fuertes tintes de femme fatale. Lelia percibe el rechazo moral y se aísla a sí misma aún más, creando un círculo vicioso imposible de romper.

"A veces a la luz de la lámpara, buscaba la respuesta a los grandes enigmas de la humanidad en los libros. A veces, arrojada al remolino de la sociedad, abriéndome paso entre la muchedumbre con el corazón vencido, intentaba encontrar una mano, una palabra de aliento que le trajera exaltación a mis emociones. Otras veces, vagando por el campo frío y silencioso, le hacía preguntas a las estrellas y medía, con triste éxtasis, la distancia insalvable entre el cielo y la tierra."

Tenía tiempo sin regodearme en el placer de la prosa florida y los diálogos dramáticos de un libro que, en cuanto a la forma, me parece eminentemente romántico, si bien en el fondo expresa ideas más propias de la Iluminación y el matrimonio de ambas corrientes deja al descubierto sensibilidad e inteligencia exquisitas. Las teorías de los muchos temas que toca Sand son interesantes y encontrarían puesto en los debates contempóraneos, incluso cuando se trata del futuro de la humanidad.

Junto a Lelia hice una relectura de Las cartas de un viajero y me parece que los dos libros se complementan muy bien, especialmente cuando se trata de la exposición de ciertas ideas. 

En una nota personal, siempre me ha sorprendido la ausencia de George Sand en las librerías y entre los grandes nombres de la literatura; pienso que se le ha subestimado injustamente (es más, ni siquiera encontré la edición de Lelia en español, así que la leí en inglés). De momento, en su voz consigo un eco que le sirve de consuelo a mis propias inquietudes sin respuesta. Sé que no soy la primera lectora con tal reacción y esta vaga fraternidad hace que me sienta menos sola ante preguntas que a veces (sólo a veces) rayan en el delirio. Esta ha sido probablemente la lectura que más me ha tocado este año, al punto que estoy considerando coronar a la Sand en mi panteón personal de escritores predilectos.

Con mucho placer leí esta novela para el reto Escritoras Únicas, propuesto por el blog Lo que leo lo cuento.

Ya que estamos en esto, gracias a Marilú, Ana y Meg por organizar el reto Escritoras Únicas, que disfruté este año. Gracias también a Mónica por hacer posible Serendipia Recomienda y a Cydalima por Leyendo a los Clásicos. Si bien algunos libros se me quedaron por fuera en estos retos, he conocido nuevos autores también a través de estos blogs.

Este año agradezco especialmente a Adictos a la escritura y sus participantes por la acogida que le dieron a La Tía Clarita, que el próximo año pasa a una nueva etapa.

¡Gracias, blogueros y blogueras, por sus visitas y comentarios! 

Que pasen felices fiestas y que el próximo año les traiga muchas dichas, entre ellas la buena lectura :)

¡Nos leemos en enero!

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jueves, 11 de diciembre de 2014

Primavera Sombría, Unica Zürn

Leer esta historia es saltar al vacío con los ojos cerrados. El vértigo de la caída es sostenido y no por ello hay sosiego. Se sabe que el resultado final es inevitable, pero no es posible calcular qué tan fuerte será el golpe.

Las revelaciones que nos hace la niña de doce años no alcanzan a ser tan escalofriantes como la frialdad con que las narra. Hay casi un desdobalmiento: una niña siente, descubre, rechaza o acepta, se burla y odia; la otra observa en la distancia y toma nota con indiferencia casi médica.

La naturaleza del tema es también compleja. El despertar sexual, ¿es una experiencia que nos da o nos quita? Unica Zürn presenta los polos del placer y el dolor -tanto físico como mental- con todos sus colores, dejando poco o nada a la imaginación y esta intensidad de sentimiento resulta enceguecedora. Es verdaderamente difícil responder al planteamiento de Zürn sin tener que revelarme a mí misma: me parece que, en una especie de metadiscurso, hay una provocación tácita de parte de la autora hacia el lector: "¿te atreves?", o más bien, "¡a que no te atreves!"

Siendo la inciación y las fantasías sexuales experiencias tan íntimas, habrá una gama muy amplia de interpretación del libro. Una vez más me parece que hay cierta invitación al reto: la manera explícita, casi agresiva, en que la autora aborda el tema se superpone a la reacción del individuo, celoso de resguardar su espacio más oculto, tal vez más temido. Ha sido una manera brillante de tocar un tema universal y asegurarse una gama inimaginable de colores como respuesta.

A pesar del sentimiento de aprehensión, me voy a hacer con El hombre jazmín apenas pueda. La locura, después de todo, tiene un negro encanto.

Para el reto Escritoras Únicas.

sábado, 6 de diciembre de 2014

A veces te pienso, poeta,

y me canta en la memoria
el secreto de tu risa
esa risa tuya que florece y se trepa

(un árbol
un árbol rebelde que no se deja cortar)

pienso en tus guerras libradas
en tus causas perdidas
para las que siempre hay bandera

te busco en aquellos versos
un caballo, un ángel
una mujer ligera
un cutis abierto a la playa

imposible imaginarte triste
a pesar de tus muertos
a pesar de su estela

¿sabes, poeta,
tus libros no se quedaron en mi orilla
y viajan conmigo
de puerto en puerta?

a veces te pienso, poeta,
cuando un hombre abandona un caracol
cuando un niño lo encuentra.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Domesticidad

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No puedo dormir pensando en el infortunio de la pobre criaturita, se ve que sufre (tal vez es que estoy sensible con el vino). Al volver de la cena con María, me ha recibido Jorge con una de sus felices extravagancias: ha comprado un búho. Todos saben de su apego a los animales y su tendencia a decir que sí a casi cualquier cosa a casi cualquier hora; es lo más natural que se lo hubieran ofrecido a él. ¡Es tan lindo! (¡Me refiero al búho!) Claro que me produce escozor moral lo de tener pájaros enjaulados, pero éste ha llegado con la tragedia de un disparo en el ala. ¡Bang!, y en su afán por poseer lo que admira, el hombre ha destruído una vez más lo que era hermoso. Fifi no tiene la menor curiosidad por él. Lo hemos puesto en la mesa del comedor por miedo a que los

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Los niños estaban emocionadísimos y

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Esta mañana tendía la ropa y al colocar la cesta en la baranda del balcón, ¡horror!, había una lagartija muerta, tendida al sol, lista para la comida de Ojotes. Jorge ha debido advertírmelo al menos, sabe que tengo nervios sensibles. Ahora con el búho en la mesa no he podido devolverle a María el gesto de la cena, ni siquiera para un breve té. ¿Qué irá a pensar?

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¡Tengo tanto sueño! Anoche (¡más bien esta mañana!) llegó Jorge con otra sorpresa: es una gatita (la he llamado Kitty). Está muy flaca la pobre y no tendrá dos meses, pero le sobra valor, no se asustó con Fifí que puso tan salvaje al verla que tuve que encerrarla en mi cuarto. Ojotes ni parpadeó. Jorge y yo tomamos vino hasta tarde y yo me reí mucho pensando que esto es un tanto Frida Kahlo. Tal vez deberíamos procurarnos un monito, ¿no completaría muy bien el cuadro?

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Fifí, en sus celos por Kitty, ha ido demasiado lejos y ha hecho lo impensable: se ha masticado mi cubrecamas, el blanco, el que tejió mi abuela a ganchillo y heredé de mamá con la condición de pasarlo a mi hija mayor que, suponiendo que tenga una hija, ha perdido ya parte de su patrimonio familiar. Imposible zurcirlo ni remendarlo. Estoy tan deprimida que de monitos,

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Kitty comprende mi desconsuelo. Hoy que lloraba sentada en el piso, abrazándome las rodillas, ha metido su hocico por debajo de los brazos y me ha tocado suavemente la mejilla. Me he sentido mejor. La Fifí no sé donde andará desde que la espanté del cuarto a punta de almohadazos.

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planificado mudar a Ojotes a mi peinadora para poder invitar a María a un almuerzo, y ahora he tenido que cancelar todo. No sólo Kitty ha mordisqueado el pastel de espinacas en el mesón de la cocina y derribado la botella de Pinot Noir, sino que al oler la caca de Ojotes, le ha parecido

en la mesa, ¡horror de horrores! Cómo extraño a Juliana, que se sabía toda clase de trucos para pulir, desmanchar y

He probado hasta con perfume, pero no puedo sacar el olor. Me temo que hemos perdido el comedor para siempre.

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porque me muero de sueño. ¡Si Fifí y Kitty no se llevaran como perros y gatos! ¡Si tan sólo Ojotes ululara de día y no de noche! ¿Tal vez está tratando de comunicarse con su propio reflejo? Después de escribir y terminar el vinito me parece que debería desmontar el espejo.

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Es mejor escribir aquí, con Ojotes de regreso al comedor, Fifí en la sala y Kitty, a mi pesar, en el cuarto de los niños. ¡De ninguna manera iba yo a permitir

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Jorge no le perdona a Kitty lo del

ni María me perdona a mí la falta de

pero los niños se han puesto tristísimos.

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¡Fifí y Kitty han

pobre Ojotes, ahí, inmóvil!

botellas de vino!