Aclaratoria: esto no es una ficha técnica, una reseña o una crítica. Es más bien la reflexión que me queda, eso sobre lo que uno va divagando en el camino a casa, al salir del cine. Spoiler alert.
En mi segunda visita a El Piano, ahora como adulta, encuentro en el tema un delicado círculo: la voz como expresión propia; la expresión propia y el acto de amar; el acto de amar y la voz.
I - La voz como expresión propia
La pequeña Ada no lo sabe, pero en su infancia experimenta por primera vez la dura realidad de que en el mundo del siglo XIX la mujer no tiene voz propia. Ada McGrath, sin embargo, tiene una voluntad de hierro que la define y que todos temen. Ejerciéndola, decide hacer el gesto rebelde de no volver a hablar jamás, ni siquiera cuando la sociedad dice que debe.
A partir de entonces Ada entonces sólo toma la voz abstracta de la música en el piano, el cual toca sólo para sí misma, sus amantes y su hija. A todos los demás les está vedada esta ventana hacia su mundo interior, el único ámbito en el que puede ejercer completo control.
II La expresión propia y el acto de amar
En principio, Ada no está interesada en Baines: simplemente quiere recuperar su piano. Baines, por su parte, se enamora de la voz del piano y de la voluntad que la ejecuta: presta oídos. Ada, en consecuencia, se enamora de Baines. La presencia de Stewart es casi irrelevante en este sentido, excepto como punto de referencia en cuanto a las reacciones emocionales y la motivación de Ada.
Volviendo a la simbología, Ada saca la tecla del piano, la marca con su mensaje de amor y la envía a Baines: la música-voz de Ada en el piano pierde su sentido sin Baines.
¿Por qué no puede Ada continuar su comunión por el piano, independientemente de la ausencia de Baines?
¿No era ya su modo de expresión?
¿Es el amor una limitación a la expresión creativa, a la vida interior?
¿Queda lo profundamente interno en la personalidad subordinado al acto de amar?
Por otra parte, ¿qué son la vida interior y la creatividad si no pueden ser compartidas? O, para ponerlo de otra manera, ¿qué le importa a Ada tener el piano completo si no quiere tocar su música sin Baines y él no está allí para escucharla?
Entonces se llega a la escena significativa de Mana el Maori al tener la tecla en sus manos, que al pronunciar su sentencia se refiere literalmente a la tecla, pero metafóricamente se refiere a la vida interior de Ada, una vez que en la ausencia de Baines, queda condenada a su matrimonio infeliz:
“ Ha perdido su voz, no puede cantar.”
III El acto de amar y la voz
Ada sufre una muerte simbólica en el hundimiento del piano. En su renacimiento abandona el mutismo que siempre la ha definido, ¿y con él su férrea voluntad? ¿El amor nos libera de las taras personales? ¿No son nuestras taras parte de lo que nos define? Misteriosa la relación entre el acto de amar y la voz propia.
I - La voz como expresión propia
La pequeña Ada no lo sabe, pero en su infancia experimenta por primera vez la dura realidad de que en el mundo del siglo XIX la mujer no tiene voz propia. Ada McGrath, sin embargo, tiene una voluntad de hierro que la define y que todos temen. Ejerciéndola, decide hacer el gesto rebelde de no volver a hablar jamás, ni siquiera cuando la sociedad dice que debe.
A partir de entonces Ada entonces sólo toma la voz abstracta de la música en el piano, el cual toca sólo para sí misma, sus amantes y su hija. A todos los demás les está vedada esta ventana hacia su mundo interior, el único ámbito en el que puede ejercer completo control.
II La expresión propia y el acto de amar
En principio, Ada no está interesada en Baines: simplemente quiere recuperar su piano. Baines, por su parte, se enamora de la voz del piano y de la voluntad que la ejecuta: presta oídos. Ada, en consecuencia, se enamora de Baines. La presencia de Stewart es casi irrelevante en este sentido, excepto como punto de referencia en cuanto a las reacciones emocionales y la motivación de Ada.
Volviendo a la simbología, Ada saca la tecla del piano, la marca con su mensaje de amor y la envía a Baines: la música-voz de Ada en el piano pierde su sentido sin Baines.
¿Por qué no puede Ada continuar su comunión por el piano, independientemente de la ausencia de Baines?
¿No era ya su modo de expresión?
¿Es el amor una limitación a la expresión creativa, a la vida interior?
¿Queda lo profundamente interno en la personalidad subordinado al acto de amar?
Por otra parte, ¿qué son la vida interior y la creatividad si no pueden ser compartidas? O, para ponerlo de otra manera, ¿qué le importa a Ada tener el piano completo si no quiere tocar su música sin Baines y él no está allí para escucharla?
Entonces se llega a la escena significativa de Mana el Maori al tener la tecla en sus manos, que al pronunciar su sentencia se refiere literalmente a la tecla, pero metafóricamente se refiere a la vida interior de Ada, una vez que en la ausencia de Baines, queda condenada a su matrimonio infeliz:
“ Ha perdido su voz, no puede cantar.”
III El acto de amar y la voz
Ada sufre una muerte simbólica en el hundimiento del piano. En su renacimiento abandona el mutismo que siempre la ha definido, ¿y con él su férrea voluntad? ¿El amor nos libera de las taras personales? ¿No son nuestras taras parte de lo que nos define? Misteriosa la relación entre el acto de amar y la voz propia.
Particularmente en la mujer.