Notas sueltas sin aires de erudición:
- Borges, poeta sobrio de la geometría de la física cuántica. El espacio-tiempo es visto desde sus distintas formas: circular, en espiral, en líneas de pespunte y muy especialmente en líneas paralelas.
- Cierta oda al misterio inaccesible del espacio-tiempo, en comparación con el concepto del carácter incompleto, defectuoso, de lo hecho por el hombre y su naturaleza finita: la historia, la filosofía, la religión.
- Las tramas del cuento son teóricas; el personaje no es sino la excusa para exponer la idea (con cierto tono académico, pero delicioso, de citas y tesis, sean reales o ficticias).
- El tema principal de cada historia trasciende lo individual y lo social; de ahí la invención de geografías. Cuando éste no es el caso, es interesante del guiño a Europa y el judaísmo como marco geográfico, social y cultural.
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Mi cuento preferido es La biblioteca de Babel, por la metáfora que representa con el universo hecho biblioteca. El objeto es irrelevante (Dios, la transcendencia, la sabiduría); el punto es que el fenómeno de la fe es una necesidad humana:
"No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre —¡uno solo, aunque sea, hace miles de años!— lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique."
También disfruté El milagro secreto y Las ruinas circulares; este último me hace evocar La noche boca arriba de Cortázar.
De El jardín de senderos que se bifurcan se entrevé un poquito de fe en el hombre:
"Me sentí, por un tiempo indeterminado, percibidor abstracto del mundo. El vago y vivo campo, la luna, los restos de la tarde, obraron en mí; asimismo el declive que eliminaba cualquier posibilidad de cansancio. La tarde era íntima, infinita. El camino bajaba y se bifurcaba, entre las ya confusas praderas. Una música aguda y como silábica se aproximaba y se alejaba en el vaivén del tiempo, empañada de hojas y de distancia. Pensé que un hombre puede ser enemigo de otros hombres, de otros momentos de otros hombres, pero no de un país: no de luciérnagas, palabras, jardines, cursos de agua, ponientes".
La elegancia de la prosa de Borges es exquisita; me pregunto si por ello me rebelaba tanto a la idea de leerlo por allá, cuando era una muchachita lista para sacar la lengua ante cualquier cosa que me sonara a formalidad.
¿No siempre estamos listos para ciertas lecturas?
Próxima parada, El Aleph.
Próxima parada, El Aleph.