Leo a una velocidad desesperada por no pensar más: escucho el último devaneo de una mujer en su mortaja; me fascina descubrir los motivos de la negrura del corazón de un hombre en la selva, abrazado a una riqueza absurda.
Fumo mucho por estos días. Fumo a escondidas, con unas caladas sin fuerza que resultan en unos cigarrillos que arden por un solo lado –dicen las brujas que las cenizas a medias son olvido-. ¿Me estás olvidando ya, amor mío, a pesar de que estoy frente a ti cada día, así sea con mis silencios ante tu ruido?
El ruido de la vida que taladra para dar paso a lo nuevo;
que crece como un océano de alga y peces
que marca el triunfo del sol sobre la noche,
una batalla infinita.
Bebo mucho por estos días, buscando apagar mi sed, buscando un bálsamo a estos insomnios de noche sola que ni la poesía consigue embellecer. ¿Es el mismo eldorado que persigues noche a noche en un bar, entre indios que en silencio se burlan de la avaricia de felicidad natural en el hombre?
Llueve mucho por estos días amor mío; el gobierno ha decidido declarar un monzón, en un gesto ladrón de geografías ajenas, y yo vengo a sentarme aquí a escribir, ¿qué más me queda? Me llueve en el alma, pero bien sé de tu divertida fobia a sentir las gotas de agua golpeándote los hombros, y no te digo nada.
Leo, fumo, bebo, escribo cuando llueve. Estamos mal, amor, y no me queda sino volver a las andadas.
Noviembre, 2016
Fumo mucho por estos días. Fumo a escondidas, con unas caladas sin fuerza que resultan en unos cigarrillos que arden por un solo lado –dicen las brujas que las cenizas a medias son olvido-. ¿Me estás olvidando ya, amor mío, a pesar de que estoy frente a ti cada día, así sea con mis silencios ante tu ruido?
El ruido de la vida que taladra para dar paso a lo nuevo;
que crece como un océano de alga y peces
que marca el triunfo del sol sobre la noche,
una batalla infinita.
Bebo mucho por estos días, buscando apagar mi sed, buscando un bálsamo a estos insomnios de noche sola que ni la poesía consigue embellecer. ¿Es el mismo eldorado que persigues noche a noche en un bar, entre indios que en silencio se burlan de la avaricia de felicidad natural en el hombre?
Llueve mucho por estos días amor mío; el gobierno ha decidido declarar un monzón, en un gesto ladrón de geografías ajenas, y yo vengo a sentarme aquí a escribir, ¿qué más me queda? Me llueve en el alma, pero bien sé de tu divertida fobia a sentir las gotas de agua golpeándote los hombros, y no te digo nada.
Leo, fumo, bebo, escribo cuando llueve. Estamos mal, amor, y no me queda sino volver a las andadas.
Noviembre, 2016
Me gusta :)
ResponderEliminarGracias, me alegra verte por aquí :)
EliminarEs muy sentido, estoy ahí también, mientras leo.
ResponderEliminarMe gusta.
Un beso.
Ah, es que fue escrito con el corazón en la mano...
EliminarBesitos.
Esa melancolìa bohemia, caray. Pero no se siente en soledad, el otro la siente a tu lado.
ResponderEliminarquè gusto que estas de vuelta, ya me habìas asustado.
Abrazos.
Yo estoy contenta de volver y encontrarte aquí :) Vamos a ver a si los siguientes escritos les sale un poco más de sol!
Eliminarcuando hay días difíciles se opta por permanecer quieto o en movimiento. la decisión siempre depende de uno mismo.
ResponderEliminarun abrazo.
Draco, creo que la tendencia es casi siempre al movimiento, la in-quietud :)
EliminarAbrazos de vuelta.
Una belleza absoluta.
ResponderEliminarBesos, Taty.
Gracias Eme, un abrazo!
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