Soltar las maletas. Abrir las ventanas, despabilar la casa aun en el misterio de la medianoche.
Queda pensamiento para lamentar los olvidos o el destiempo: no haber visitado el silencio sacro del museo, la vieja plaza con sus huellas, una esquina con un letrero discreto: “aquí vivió”.
Nos quedamos dormidos entre sombras familiares, soñamos exhaustos.
El despertar es un caos de objetos: ¿dónde el cepillo, el espejo, la nota heroica tomada en un momento imposible? ¿Con qué magia, en su lugar, aparecen zapatos con las suelas intactas, cables, mapas inútiles en la geografía del hogar?
Los perros menean la cola con frenesí, como si la mañana fuera un segundo regreso del amo prófugo.
Los gatos, quién sabe.
Las plantas están casi todas bien, es inevitable: habrá que escribir una nota, arreglar una cena, hacer un gesto, en fin, dar las gracias.
Y así, los primeros días suceden a duras penas para nosotros, los recién llegados, con nuestras neveras vacías, nuestras cuentas atrasadas, los deberes por hacer: esas pequeñas demandas que cariñosamente nos reclaman, y con suerte, nos mantienen atados a la vida.
Queda pensamiento para lamentar los olvidos o el destiempo: no haber visitado el silencio sacro del museo, la vieja plaza con sus huellas, una esquina con un letrero discreto: “aquí vivió”.
Nos quedamos dormidos entre sombras familiares, soñamos exhaustos.
El despertar es un caos de objetos: ¿dónde el cepillo, el espejo, la nota heroica tomada en un momento imposible? ¿Con qué magia, en su lugar, aparecen zapatos con las suelas intactas, cables, mapas inútiles en la geografía del hogar?
Los perros menean la cola con frenesí, como si la mañana fuera un segundo regreso del amo prófugo.
Los gatos, quién sabe.
Las plantas están casi todas bien, es inevitable: habrá que escribir una nota, arreglar una cena, hacer un gesto, en fin, dar las gracias.
Y así, los primeros días suceden a duras penas para nosotros, los recién llegados, con nuestras neveras vacías, nuestras cuentas atrasadas, los deberes por hacer: esas pequeñas demandas que cariñosamente nos reclaman, y con suerte, nos mantienen atados a la vida.
un placer estar con vos aqui poeta
ResponderEliminarun abrazo desde Miami
Gracias, y bienvendida. Un abrazo :)
EliminarEl despertar en un lugar nuevo, al que se comienza a conocer, debe ser como lo describís.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que sin embargo el caos de un lugar nuevo es menos notable, emocionado como uno está por conocer y explorar.
EliminarAbrazos!
Todos los días es un volver a empezar.
ResponderEliminarQue lindo como escribis!
Besos
...sobre todo en cuanto al caos, y al día siguiente vamos otra vez con el afán de acomodar el mundo. Al menos yo :P
EliminarBesitos.
Todos los días es un volver a empezar.
ResponderEliminarQue lindo como escribis!
Besos
Y gracias! :)
EliminarJaja se me van de a dos los comentarios en el celular.
EliminarDe nada!
La vida es un recomenzar constante.
ResponderEliminarBesos.
Pues sí, es un ciclo, o más bien, una superposición de ciclos.
EliminarAbrazos!
Volver y rehacer es una tarea agradable
ResponderEliminarBesos
Sí, volver a casa es grato. ¿Rehacer?... No sé, siempre odio lidiar con la lavandería :D
EliminarUn beso.
Lo importante, ante todo, es volver a empezar. Un día y otro día, y otro día, y otro día. Un abrazo.
ResponderEliminarYo añadiría volver a empezar *con algo nuevo* ;)
EliminarAbrazos.
Parece una pequeña escena cotidiana a mi sólo me falta el vestido marrón
ResponderEliminarDiste en el clavo Jo, eso es: regresar de un viaje al confort de lo que nos es conocido, con sus pequeños ritmos cotidianos. ¿Cómo es lo del vestido marrón?
EliminarUn beso.
hay una canción de serrat. :) lo del vestido marrón me recuerda mas a otro cantante argentino que habla de el justamente de penélope
EliminarLas mudanzas me gustan siempre hay alguna cosa que descubrir hasta que sitios necesarios cercanos
ResponderEliminarBesos
Yo tiendo a distraerme por horas empacando y reempacando los libros y las notas sueltas jaja.
EliminarBesos.
Me identifico con tu texto.
ResponderEliminarMe gusta.
Besos.
Gracias Celia, un abrazo.
Eliminar¿Y que seria de nosotros, los viajeros, sin esos hilos invisibles que nos unen en el regreso a casa?
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Imagínate, eternamente errabundos: no se puede así, hace falta un poquito de raíces.
EliminarSaludos!
un texto único con nombre apellido y detalles. Me encanta como escribis lo que te sale es limpio sin pensarlo" Es La Vida"
ResponderEliminarGracias, este texto me rondó la cabeza por varios días hasta que finalmente lo escribí :)
EliminarSaludos.
El aroma nos da la bienvenida, hasta el polvo parece reconocer tu regreso.
ResponderEliminarBastante familiar,
Saludos querida.
El aroma nos da la bienvenida, hasta el polvo parece reconocer tu regreso.
ResponderEliminarBastante familiar,
Saludos querida.
Sí, creo que tiene su propio encanto ese momento de volver, reconocerse en la casa.
EliminarUn abrazo!
Tal vez por eso nunca me voy de viaje, porque nadie querría recibirme en otro lugar, y porque fuera de mi casa siempre estoy de más.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Fuera de mi casa: fuera de mi zona cómoda. Pero hace falta arriesgarse de vez en cuando ;)
EliminarSaludos!
los gatos siempre están bien. acostumbrados a ser libres y solitarios siempre saben defenderse de los peligros del día a día.
ResponderEliminarsaludos.
Por eso me encantan. ¿Tengo? una gata pero ella hace lo que le da la real gana, se va y no vuelve sino en la noche justo a tiempo para la cena.
EliminarUn abrazo.
Me gusta los de que se quedaron dormidos entre sombras familiares y con todo y que estaban exhaustos pudieron soñar.
ResponderEliminarEn realidad es una prosa poética bien chida sobre las mudanzas, donde se deja atrás un montón de cosas, pero se carga con lo más familiar.
Abrazo taty.
PD. Te aviso que en wordpress hay actualización.
Lo de las sombras familiares me vino a la mente porque al viajar o mudarse es raro abrir los ojos y encontrarse en un lugar diferente al acostumbrado.
EliminarLeí tu post y por allá te comenté.
Besitos!!
Gratos estar acá, con este post, que desde su título,ya avizora un texto interesante, con la referencia al Beso de Penélope, metáfora de bienvenida. Todo retorno es caótico, un acomodarse de nuevo a los eventos ordinarios, que en la ausencia se dejaron de satisfacer. Gracias por su visita a mi blog. POndré mi hamaca colombiana, en el el alféizar de su blog. Un abrazo. Carlos
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