domingo, 4 de octubre de 2015

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez

 Me sentó mal la mudanza a la costa a mitad del año escolar; me costó entender la costumbre exasperante de las siestas, el pueblo muerto al calor del mediodía. Me costó comprender que al preguntarle a un hombre en el mercado dónde estaba el pescado, pudiera contestarme con tanta grosería: "Pa'llá, mijita, pa'onde le pegue la jediondez."

Tenía yo una profesora de Lengua y Literatura indiferente, lenta de palabras y gestos, de la que no recuerdo el nombre. Solía garabatear los cuadernos sin leerlos (una vez le di uno de geografía, sólo para constatar) y juro que hacía lo posible por conseguir que odiáramos la hora de leer a García Márquez, o los cuentos de Cortázar o el diluvio fabuloso del Popol Vuh; lo que estuviera de turno.

En ese marco leí primero El Coronel no tiene quien le escriba (la esposa, la tisis, el gallo, el camino, la condena de esa última línea) y luego Cien Años de Soledad.

Han tenido que pasar décadas y se ha tenido que tender un océano inmenso entre mi tierra y yo para que la nostalgia me hiciera regresar sobre mis pasos y me animara a releer Cien Años de Soledad. Ha sido para bien; siento que tenían que pasar los años para verdaderamente comprender que a través de los Buendía pasa la Historia (una que es común a toda América Latina), cosa que no hubiera visto entonces con todos los ensayos del mundo. Sólo ahora encontré el lirismo de los pajaritos de oro y las referencias a guerras civieles; el fenómeno del (sub)desarrollo económico; el rol en ello de la industria extranjera vía esta bananera o aquel puerto; las masacres dejadas por las dictaduras y las guerrillas.

Las cosas que no han cambiado en todo este tiempo han sido: uno, todavía tuve que dibujarme el árbol genealógico de los Buendía para diferenciar a los Aurelianos y Arcadios; y dos, el episodio de Remedios La Bella es aún mi favorito, no sé si por la escena (no tan) inverosímil del hombre colgado precariamente del techo, o por el lirismo de las sábanas hechas nube, o por el humor negro en las plegarias mezquinas de Fernanda más tarde.

Todavía hoy pienso, también, que el realismo mágico para mí tiene su tiempo y su espacio; no podría leer dos libros seguidos. Hay todavía algo en mí que me hace pensar lo mismo que en mi adolescencia; la nostalgia, la superstición y la ignorancia no son lo único que somos. Algunas veces incluso llego a preguntarme cuánto tiempo habrá de pasar antes de la literatura latinoamericana dé otros pasos y consiga trascender la sombra proyectada por tan inmenso árbol.

24 comentarios:

  1. Dos veces lo intenté, pero abandoné al poco de comenzar. Las novelas de garcía Márquez me aburren de una manera que si no logro dejarlas en el momento adecuado, ya no me quedan fuerzas para seguir leyendo por el resto del año. Con el amor en tiempos del cólera me sucedió otro tanto... No sé por qué, será cuestión de gustos, pero no hay caso.

    Saludos

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. José, yo pasé años disculpándome por mi indiferencia (cuando no antipatía) hacia los textos de García Márquez. Me parece que la vida es muy corta para estar obligándonos a leernos si no nos gustan, y esto aplica a las "grandes obras" también. El amor en los tiempos del cólera fue probablemente el libro que me reconcilió con el trabajo del Gabo. Entre gustos y colores...

      Abrazos.

      Eliminar
  2. Yo en cambio cuando leo y releo a Garcia Marquez, cualquier cosa, novelas, cuentos, me dan mini ataques de placer en cada frase, en cada cadencia, en esa luz del tropico que nosotros conocemos.
    Abrazos para Taty!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo que más he releído es El rastro de tu sangre en la nieve; es uno de mis diez cuentos favoritos. El amor en los tiempos del cólera me encanta, justamente por esa riqueza de imágenes y por el ritmo que tiene. Confieso, sin embargo, que no llegué a esa apreciación a la primera visita :o

      Eliminar
  3. Yo he leido y releido Cien años de soledad y volvere a leerlo.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay libros que se nos vuelven clásicos personales, cierto?

      Saludos!

      Eliminar
  4. La literatura latinoamericana es gloria bendita. Vuestro uso del castellano es una delicia para los sentidos. Una abrazo desde España. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ese comentario tuyo me deja contemplando la idea de cruzar el Atlántico y acercarme más a la literatura española; confieso que es muy poco lo que he leído de allá :o

      Saludos.

      Eliminar
  5. Ah, que caray taty, tenemos mucho en común. Yo no dejo de admirar el realismo magico como corriente creativa en todos los niveles artisticos, sobre todo en literatura y artes plasticas, sin embargo, le critico mucho a García Marquez que con tanta capacidad literaria, se empeñara en tratar solo de una forma casi ridículizante la cultura lationamericana. Los latinoamericanos también estamos y más que otros, propensos al cambio, nos adaptamos faicilmente, incluso con océanos de por medio.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Has leído literatura latina reciente? Me refiero a algo que se salga del mismo tema de la nostalgia, las raíces, la casa vieja y todo aquello. Porque si sabes, salgo a comprármelo ya :)

      La ridiculización de la cultura latinoamericana pica y se extiende. Cada vez que veo en alguna película de Hollywood a la típica viejita que se persigna y dice (¡en español!) "Dios mío, es el diablo", me da como un tic en el ojo. Es un tema que da para mucho, ¿y cómo tocarlo sin poner el dedo en la llaga?

      Besitos.

      Eliminar
    2. Lo de Onetti me pareció rescatable, lo de Sabato por supuesto y hasta lo de Vargas Llosa. En cuanto a García, gran parte del problema es que confunde el costumbrismo con los prototipos, para tal caso Rulfo me parece superior. Como a ti, cuando veo en peliculas de Hollywood, algún mexicano con su sombrero y casi siempre borracho o volandose la frontera y la femina en trenzas, me ataca no solo un tic, sino un ronchero tremendo. Igual que cuando entre las letras se aprecia sobre manera las emociones, sobre el pensamiento.

      Feliz fin de semana.

      Eliminar
    3. Sábato me gusta mucho. A Vargas Llosa le tengo el ojo puesto con algo de recelo y tengo en el estante EL libro de Bolaño. Veré cuándo me animo.

      Besos.

      Eliminar
  6. lo imaginario: lo mágico, lo mítico-legendario, lo milagroso y lo fantástico.
    para mi siempre me recuerda este lado del mundo quien quiera que sea la nacionalidad... pero siempre este lado.
    cien años de soledad, no pude leerlo completo la primera vez que lo tuve frente a mi
    creo que me faltaba creer en lo imaginario, la magia, lo legendario, los milagros y lo fantástico...

    parece que entre mas creces debería haberse perdido pero no, ahora me llaman profundamente la atención esas cosas. supongo que garcía márquez en su haber y estuvo por la labor en este mundo necesariamente para inyectarnos esa idea aunque tengamos que ser siempre crudos y realistas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jo, creo que justamente porque uno crece ya no tiene ese mundo imaginario tan a la mano, y hay que salir a buscarlo en los libros, el teatro, el cine, donde esté. Cuando dices "pero siempre de este lado", lo comparto. Es así como lo veo yo ahora, pero no siempre fue así. Hizo falta algo de distancia.

      Beso.

      Eliminar
  7. Veo que mi colega demiurgo fue el primero en comentar.

    No soy muy partidario de que realismo mágico sea considerado un género literario, pareciendome una forma de género fantástico. Sin embargo, esta novela la leí con interés. Y no me decepcionó. Aunque tuve el problema para entender la dinastía de los Buendía, igual que vos.
    El episodio en que Remedios la Bella es espiada por una admirador, en equilibrio inestable, es verosimil. Como el desenlace.
    Me pareció que lo fantástico parece perder fuerza ante las realidades violentas. Unos de los descendientes, luego de leer un libro de cuentos, le pregunta a Ursula si esas cosas eran posibles. Y esta contesta que antes sí.

    Despertaste mi curiosidad sobre tu tierra y la distancia que hay en el medio.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Demiurgo, comprendo tu punto de vista en cuanto a la definición de los géneros. Tal vez la fina línea que los separa es que en el realismo hay exageraciones de hechos reales (es real que la gente se vuelva ciega con la vejez; es real que las hormigas arrastren la comida; es real la técnica de embalsamar los cuerpos). Mientras tanto, el género fantástico aplica a otro tipo de fenómenos (mujeres que se vuelven halcones, universos paralelos detrás del closet). No sé, no sé dónde trazar la línea y así, con flojera, le dejo la teoría a los estudiosos...

      En cuanto lo fantástico y lo violento, creo que al contrario, el contraste pone en evidencia la polaridad entre uno y otro y le da a una historia una fuerza tremenda (¿has visto El laberinto del Fauno?)

      Mi tierra es Venezuela; de mi continente me separa el más grande de los océanos.

      Un beso.

      Eliminar
  8. Aunque me gusta la idea de mezclar imaginación o irrealidad con realidad o existencia cotidiana, no he leído Cien años de Soledad ni El coronel no tiene quien le escriba... ni ninguna novela de G. García Márquez, supongo que como explicas en este post, nunca es tarde para leer y entretenerse con sus palabras. Lo probaré jaja. Gracias por tu consejo.

    un saludo :))

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre hay escritores que se nos quedan por fuera. Avísanos qué te parece Gracía Márquez si te decides a leerlo. Saludos!

      Eliminar
  9. No suelo pensar en géneros, no es que no sepa de ellos, pero siempre me pareció una barrera enfrentar un libro con una etiqueta en la mano.
    Me pasó también de tener que esperar años para regresar hasta ciertos escritores, aunque no siempre fue para bien.
    La literatura latinoamericana está muy lejos de dar algo tan bueno como aquellos maestros, cada vez se repite más, y la búsqueda por innovación es una parodia.
    Un beso.
    HD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me da algo de tristeza darme cuenta de que no soy la única que piensa en la palabra parodia al leer algunos textos :(

      Abrazos.

      Eliminar
  10. Nefertiti, tienes buenos libros de cabecera :)

    Bienvenida al blog, ya me paseo por el tuyo.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  11. Buenas, de nuevo. Yo estuve a punto de deshacerme de todos mis libros de García Márquez, cuando era muuuy joven me los leía uno tras otro, y un día de repente dejó de gustarme. Hoy me alegro de haberlos conservado, tal vez un día los vuelva a leer.
    Abrazo!

    ResponderEliminar
  12. Hola, Taty. García Márquez aún sigue sin gustarme. No me agrada esa exageración de lo real. Dijo alguna vez que su modelo para escribir "Cien años..." fue "Pedro Páramo". Para mí ésta supera ampliamente a aquélla, y sin tantas florituras y exageraciones. En este sentido, tengo en mejor concepto a Vargas LLosa, a pesar de sus comentarios y posturas políticas.
    Finalmente, parece que la práctica docente de hacer que se odie la literatura está bastante extendida por América. En la secundaria odiaba esa materia. Tuve unas profesoras que dictaban unas clases muy tediosas. Por fortuna, estaba la biblioteca en donde uno podía elegir lo que deseaba.

    ¡Buen año!

    ResponderEliminar