sábado, 23 de marzo de 2019

Fondo y Forma

“Qué cosa extraña son los diarios: lo que se omite es más importante que lo que se escribe.” -Simone de Beauvoir

Virginia Woolf
Diarios de locos, encuentros con demonios internos que deberían ser exorcizados frente a un confesionario, un manicomio, un centro artístico.

Diarios de periodistas de los días que describen minuciosamente el qué, el quién, el cómo.

Diarios de editores que recogen de la vida los fragmentos bonitos y es lo que deciden plasmar.

Hay los crípticos que no se pueden descifrar ni ellos mismos.

Hay los genéricos que llevan lo individual a lo colectivo y tal vez buscan validación en la experiencia común con el otro.

Hay los diarios de la periferia: sobre lo exterior, lo otro, lo ajeno al yo.

Frida Kahlo

El común denominador es que los diarios pueden ser de todo, menos deshonestos.

Diarios escritos; diarios visuales; diarios que van reuniendo los pedacitos sueltos del día a día: un boleto de tren, el recibo de una compra feliz, la etiqueta de una botella de vino; diarios de citas que alguien dejó en la historia.

Frases sueltas, largas disertaciones filosóficas.

Sylvia Plath
Diarios todos los días, todas las semanas, anuales o según lleguen los huracanes. Diarios despedazados, quemados, engavetados, descubiertos, publicados.

Bajo llave, bajo lluvia.

Diarios que inspiran, diarios que destruyen.

Diarios líquidos que van de la palabra a la imagen y viceversa. Diarios que leemos, diarios que escribimos.

Diarios efímeros: muerte de estrellas de otras galaxias.