“Qué cosa extraña son los diarios: lo que se omite es más importante que lo que se escribe.” -Simone de Beauvoir
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Virginia Woolf |
Diarios de locos, encuentros con demonios internos que deberían ser exorcizados frente a un confesionario, un manicomio, un centro artístico.
Diarios de periodistas de los días que describen minuciosamente el qué, el quién, el cómo.
Diarios de editores que recogen de la vida los fragmentos bonitos y es lo que deciden plasmar.
Hay los crípticos que no se pueden descifrar ni ellos mismos.
Hay los genéricos que llevan lo individual a lo colectivo y tal vez buscan validación en la experiencia común con el otro.
Hay los diarios de la periferia: sobre lo exterior, lo otro, lo ajeno al yo.
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Frida Kahlo |
El común denominador es que los diarios pueden ser de todo, menos deshonestos.
Diarios escritos; diarios visuales; diarios que van reuniendo los pedacitos sueltos del día a día: un boleto de tren, el recibo de una compra feliz, la etiqueta de una botella de vino; diarios de citas que alguien dejó en la historia.
Frases sueltas, largas disertaciones filosóficas.
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Sylvia Plath |
Diarios todos los días, todas las semanas, anuales o según lleguen los huracanes. Diarios despedazados, quemados, engavetados, descubiertos, publicados.
Bajo llave, bajo lluvia.
Bajo llave, bajo lluvia.
Diarios que inspiran, diarios que destruyen.
Diarios líquidos que van de la palabra a la imagen y viceversa. Diarios que leemos, diarios que escribimos.
Diarios efímeros: muerte de estrellas de otras galaxias.