viernes, 30 de diciembre de 2016

La última luna

Todo va encontrando su orden.

Los objetos bellos de mi casa recobran todo su sentido.

Las macetas están preñadas de flores.

Hasta el gato, que ha vuelto,

me mira impasible desde el sillón,

ajeno al hombre y su obesión por nombrar al tiempo,

sea con círculos de piedra,

o círculos viciosos como éste.

Darle vueltas de viruta a las cosas más simples...

Ay, vida, ¡cómo decírtelo!

Que te quiero.

Con tus golpes de poema,

el misterio de tu injusticia,

tus silencios,

tus laberintos

y tu mierda.

Ahora sí, 

con las cuentas claras,

hablemos.

Digamos finales y comienzos,

borrón y cuenta nueva.

Ahora sí.

Jardines,

letras,

oraciones,

todo va encontrando su orden.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Nostalgia del acero

Los caminos del azar se han hecho angostos: en lugar del laberinto inhumano de la ciudad, queda apenas una avenida desierta de luces, rincones donde copulan las sombras, esquinas entre calles ciegas que hacen de encrucijada.

¿Dónde quedan los encuentros fortuitos, la puerta del ascensor que se abre, la del tren que se marcha? ¿Quién espía ahora la inquietud de los andenes?

Los caminos del azar se han hecho desiertos. ¿Qué hacer con estas playas que nos dan sus caracoles mudos, su sal, su horizonte y falsas alas que, si volaran, no sabría a dónde ir?

Los caminos del azar son un barco anclado en un puerto fantasma donde no vuelven los hijos pródigos, no hacen promesas los que se van, no emprenden los pañuelos blancos su frenético vuelo.

Los caminos del azar han florecido: el empedrado es perfecto, con qué precisión se han acoplado las losas. Qué inmensa la sombra de los árboles en la orilla sola, sin saber exactamente qué hacer con el canto de los pájaros.