domingo, 24 de marzo de 2013

El huerto de mi Amada, Alfredo Bryce Echenique

Hace un poco más de una década leí o intenté leer La vida exagerada de Martín Romaña o El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, no lo recuerdo. Lo que recuerdo es que el estilo de Bryce Echenique me sacó de quicio y no hubo novio en el mundo que me hiciera agarrarle el gusto.

Ahora bien. Uno se encuentra en una isla desierta (no de gente; de librerías) y viene a toparse con un trabajo del mencionado autor. En español. Lo más natural es, pues, tomarlo como un tesoro y hasta llevarse la grata sorpresa de disfrutarlo.

Lo empecé con mucho remilgo, debo confesar. El tono Chespiritiano de hablar para adelante y para atrás, mezclando voces de distintos personajes con diálogos, pensamientos y referencias al texto —todo separado tan sólo por comas en el mismo párrafo— todavía me marea un poco. Sin embargo esta historia es simple, se va colando lentamente y uno hasta le va tomando cariño a los personajes. Uno se ríe a ratos y quiere llegar al final del libro a ver quién triunfa: si los enamorados Natalia y Carlitos con su amor imposible o la sociedad puritana que los rodea.

Haber adivinado el final a medio libro no me causó la menor molestia. Bryce Echenique en un pasaje particular sobre los objetos y la presencia de la muerte quedó redimido ante mis ojos. De hecho creo que debería darle una visita a mi lectura de hace diez años. Me parece que si uno se hace un poco la vista gorda con el estilo de su prosa, verdaderamente valdría la pena disfrutar de pasarse unos días leyendo entre risitas.

lunes, 18 de marzo de 2013

Babel

Al día siguiente todavía estoy aquí, medio viva, medio no sé qué, con la cabeza llena de horas y poemas muertos, frente al mar, con las luces de mi casa prendidas, y más que todo eso, sola.

Anoche o esta madrugada me desperté a escribir un par de poemas. El primero, el que me hizo levantar, era bastante mediocre, me figuro que hijo de la modorra mental en la que me he sumergido hace meses. El segundo, cuando estaba más cerca de los ojos abiertos que del delirio necio del sueño, me parece que ha valido la pena. Necesito del rayo invisible... etc.

Hace casi una semana que hemos vuelto, y es como si me hubiera quedado perdida —o, quién sabe, tal vez a buen resguardo— en alguna parte del camino. La casa lo mismo, tan linda, tan mimada y sin embargo, tan ajena, tan no-mía ni de ninguno de los dos.

A. & A. parecen muy simpáticos, pero en realidad no sería honesto sentarme a escribir loas o recuentos de un par de noches en que me pareció más bien que se quedaron un poco largamente...

Ahora estoy leyendo S. Muy divertida la sátira, la burla de los políticos, en contraste con el sabor más bien amargo del final: la realidad pura de este mundillo de gente estúpida. Es divino como la gente son siempre los demás; jamás uno mismo.

En fin, nada. En Venezuela apenas fui al cine y alguna otra cosa. Ah sí, fui a un ballet con M.C., una cosa más bien regular, bastante olvidable, nada...

¿Y ahora qué hago yo con esta noche? Agotarme, sí, pero con qué. Mi único apetito es elemental ahora: un cigarrillo, y eso creo que por el gesto... Siento, en esta penumbra del porche, cierto horror a las cosas lindas de la casa que, como ella, no son mías, no me hablan ni a nada me remiten... ¿era lo mismo en Caracas? Me siento, en todo caso, no sé cómo me siento.

He pensado en T. y me pregunto con cierta ironía qué tal si. Supongo que estas palabras me la recuerdan. Y me pregunto en qué andaré yo, así, a futuro. Pienso que mañana trabajaré un poco en silencio... claro que antes tiene que venir esta noche, inmensa de mar, de cielo, de horas, de silencio también: pero no es silencio que llega a mí, es silencio que de mí sale. En fin, habría que hacer algo con esta noche primero, escribir aquí o a alguien o qué sé yo. Sí; digo que escribiría, siempre deseando el cigarrillo, y a lo mejor más pronto o más tarde tendría que cenar alguna cosa fácil y tal vez perniciosa porque no tengo ganas de sentarme sola a la mesa, así, con todas las de la ley. Supongo que luego dormiría, y dormiría bien. Entonces sí, vendrá la mañana, café en silencio, sí, estoy bien, y luego el trabajo, las horas... el suave regreso a la felicidad de mi casa frente al mar...

miércoles, 13 de marzo de 2013

Queer, William Burroughs

Escogí leer a Burroughs por pertenecer a la generación Beatnik y porque Bukowski, siendo un escritor que me gusta, le menciona a menudo.

Queer ("Marica") es la historia de Lee, un homosexual y dorgadicto en recuperación (o decadencia, según se mire) en Ciudad de Méjico durante los años cincuenta. Este trabajo no fue publicado sino a mediados de los ochenta debido a su abierto contenido homosexual y hoy día se le considera un trabajo autobiográfico.

La narración es directa, limpia, seca, más bien coloquial. En este sentido Burroughs realmente le da una credibilidad a la voz de sus personajes y logra situar al lector en el vacío de demasiadas noches en el bar y las consiguientes resacas, extendidas hasta bien entrada la tarde. Al prinicpio me aburrió un poco el tono seco de la narración, pero luego comprendí que es precisamente esta indiferencia por el entorno lo que define a Lee.

También me tomó unas cuantas páginas interesarme en la introducción de los personajes; el universo de Lee se reduce a comparar sistemáticamente la vida sexual de cada sujeto, convirtiéndolo de inmediato en objeto. Todo esto tiene sin embargo su razón de ser. Es la obsesión por Allerton el leit motiv de Lee. Sin adornos, Burroughs consigue sumergir al lector en la soledad y el sinsentido desgarradores que experimenta Lee cuando sus avances son abiertamente rechazados.

Luego de leer este libro me enteré de que es en realidad la segunda parte de Junkie. En algún momento planeo ponerme al día.

domingo, 10 de marzo de 2013

el fuego del mar no renuncia;

está en el exilio del ruido
(esta mujer de la que contemplo
su niñez en el constante olvido,
las palabras caídas,
historias de escuela);

vive en esta desnudez de tiempo
(el cielo a veces llueve su desconcierto,
maná de los otros aquí abajo
asomados a la puerta);

uno e indivisible

camina las leguas entre un alma y la otra
las devora y devuelve

arde en el viajero y su destino
en todas las heridas de cada hombre

en verdad os digo

el fuego del mar no renuncia.

viernes, 8 de marzo de 2013

El Segundo Sexo, Simone de Beauvoir

 "La mujer no nace, se hace." Es difícil tener una impresión concreta, objetiva, limitada a una página, sobre un ensayo tan largo y un tema tan complejo y personal. He subrayado medio libro: en algunos capítulos he estado muy de acuerdo, en otros he protestado en voz alta. Comentar cada caso sería un largo desnudo moral que me tienta y me amenaza al mismo tiempo. Es un libro vivo; habría que leerlo en la juventud, en la madurez, en la vejez, y en cada etapa la impresión y los descubrimientos serían distintos. Es un libro que pienso dejar en mi biblioteca para referencia al construir un personaje en conflicto interno, pongámoslo así.

El Primer Libro, dividido en Destino, Historia y Mitos es un estudio de las causas de la posición inferior de la mujer en la sociedad y es un texto aún más o menos válido hoy, comparado con 1949 cuando se escribió. Me pareció muy notable que a lo largo de la historia, en cada civilización, las mujeres que han disfrutado de cierta independencia o prestigio en el mundo masculino, han carecido de marido, hijos o ambos, o debido a su posición enconómica o social han logrado escaparse del rol tradicional: hetairas, reinas, cortesanas, artistas, viudas.

El Segundo Libro viaja por todas las etapas que atraviesa la mujer durante su vida, desde la infancia, pasando por la iniciación sexual y la maternidad, hasta la vejez. Se dedica también a analizar situaciones específicas, como la homosexualidad y la prostitución, y termina con un capítulo increíblemente optimista —sobre todo tomando en cuenta que en su discurso la mujer invariablemente lleva las de perder— sobre la independencia femenina. En este apartado hace un análisis muy, muy  interesante sobre la mujer artista, particularmente en cuanto a literatura (en mi opinión existe una marcada diferencia entre literatura masculina y femenina y Beauvoir ha explicado muy bien el fenómeno, siguiendo más o menos el discurso ya planteado por Woolf en "Un cuarto propio"). Aquí un extracto:

"las mujeres nunca van más allá de las apariencias (...) a menudo han sido muy aptas al describir su vida interior, sus experiencias, su propio universo. Atentas a la sustancia oculta de las cosas, fascinadas por la peculiaridad de sus propias sensaciones, presentan su experiencia, aún tibia, a través de ricos objetivos y metáforas. El vocabulario es a menudo más rico que la sintaxis, porque están más interesadas en las cosas que en la relación entre las cosas; no buscan una elegancia abstracta, pero en compensación sus palabras le hablan directamente a los sentidos."

Luego de estudiar todo tipo de obstáculos que se presentan en la vida de una mujer promedio (es sorprendente de cuántas cosas una no está consciente; ese es el formato en el que viene la vida, y ya), El Segundo Sexo concluye con la siguiente premisa:

"Ciertamente no debemos creer que el cambio en la situación de la mujer en cuanto a lo económico es suficiente para transformarla, a pesar de que éste ha sido y sigue siendo el factor básico de su evolución. Hasta que dicho cambio no haya alcanzado todas las consecuencias morales, sociales y culturales necesarias, la nueva mujer no puede aparecer."

Con toda honestidad, para hablar de un movimiento moral, social y cultural, me parece que habría que comenzar por hablar de la realidad concreta del doble estándar, tanto en el pensamiento masculino como en el femenino.

¿No es curioso que Beauvoir atribuya a Leon Richier, un hombre, ser "el verdadero fundador del feminismo"? Escribió Los Derechos de la Mujer en 1869.

martes, 5 de marzo de 2013

sábado, 2 de marzo de 2013

Tesoros Literarios

Amo mi destierro de isla en medio de la nada, pero extraño las visitas a la librería. Después de varias semanas debatiéndome entre comprar unos pocos libros y abrir la e-caja de Pandora comprándome un Kindle, me he decidido por lo primero. No sé, la cuestión de los libros electrónicos no se me da todavía, no se le pueden doblar las esquinas de las hojas, ni subrayar, ni poner en el estante a que se vean bonitos. En fin. Me he decidido por los siguientes:

-Las olas y
-La muerte de la polilla y otros ensayos, ambos de Virginia Woolf (una de mis escritoras favoritas).

-Agua, perro, caballo, cabeza, de Gonçalo M. Tavares (comentado por Yossi de Libros, cd's, cine...)

-Poemas, de Sylvia Plath (me picó la curiosidad el nombre de esta autora en el título del blog de Silvia Parque).

-El rumor del oleaje, de Yukio Mishima (todo lo que he leído de él me ha gustado).

-The trees: Selected poems, de Eugenio Montejo (no conseguí libros en español; la edición bilingüe es mejor que nada y a Montejo se la debo hace rato).

-Caín, de José Saramago (también entre mis favoritos y con cariño).

Como mi ritmo de lectura es tan lento, pasará un año antes de que haga comentarios sobre estos títulos. Ya se verá.

viernes, 1 de marzo de 2013

Una espía en la casa del amor, Anaïs Nin


La sinopsis es simple: Sabina se debate entre su matrimonio estable con Alan, que la ama sin preguntas ni condiciones, y la búsqueda del amante perfecto, con todas las infidelidades que ello le lleva a cometer.

La idea de perseguir el placer de la carne por sí solo ha determinado que el libro sea calificado de literatura erótica, pero en mi opinión las referencias sexuales son pocas, muy veladas, llenas de metáforas y el texto va más allá del deseo y la satisfacción física. La fuerza del libro está en todo caso en el debate psicológico y moral que presenta la situación de Sabina, el abierto desafío a la sociedad puritana y reprimida de los cincuenta. Hoy día, debido al status quo, el dilema de Sabina es aún válido desde la perspectiva individual, pero ya no tiene impacto social. De ahí la sensación de trivialidad que uno se puede llevar al leer. Me parece que la literatura de Anaïs Nin causó escándalo en su momento pero de alguna manera no alcanza a trascender hasta la actualidad.

La prosa de Nin es directa y sin pretensiones. Personalmente creo que el inglés es un idioma mucho más directo que el español: se logra decir mucho con pocas palabras, y en general cuando sólo pocas palabras son traducidas al español, el lenguaje se vuelve un poco plano, carente de matices y algunos escritores tienden a perder brillo; este me parece que es el caso de Anaïs Nin (me llevé una impresión parecida con Pájaros de Fuego hace algunos años). Debo ser justa y decir que algunos pasajes son bien poéticos y no tienen nada que ver con el sexo:

"Sabina miró el parasol, inocente y frágil, hecho en un momento de paz por un artesano soñando con la paz, hecho como una flor, más ligero que la guerra y el odio. Abandonó la tienda, miró el desagüe y no pudo tirar el parasol. Lo cerró en silencio, cerrando con él tiernos jardines, la frágil estructura de un sueño: el sueño de paz y las manos inocentes de un artesano cuyas manos no habían hecho balas. En tiempos de guerra el odio confundía el valor de las cosas y el odio caía en catedrales, pinturas, música, libros raros, niños, transeúntes. (...) A las mujeres se les daba ciertas verdades para protegerlas mientras los hombres se iban a la guerra. Cuando todo estallara, un parasol de papel se abriría entre las cenizas y sería un recordatorio para el hombre, un recordatorio de paz y ternura."

Ahí les dejo eso :)