martes, 11 de septiembre de 2012

Ssshhh


Pasa. Los amigos dejan notas, unas semanas a Francia (a veces no, a veces la muerte se aparece en verano). La vida sigue en todas las orillas, con sus archivos, sus noticias y sus fotografías, sus diarios hechos ceniza.

Pasa, hay tiendas abiertas los domingos de febrero ante los pasos indolentes del vagabundo. Las niñas buenas hacen el amor, dicen una mentira blanca, se hacen la señal de la cruz y mañana será otro día.

Pasa. Se piensa en el perro flaco, los muebles repujados, de cuero, oscuros, dormidos. Las paredes desnudas tienen su quejido personal, reclaman como la criatura hambrienta buscando a ciegas el pecho tibio. No hay libros a la mano, hasta los poemas se han escondido de esta locura.

Pasa, el recuerdo ligero de la maleta rasgada, una semana tarde en el hangar abierto. Pasan las rosas alemanas, los vuelos perdidos, la plaza en medio del mar, España, las tardes sin escribir, el vientre concebido.

Pasa. Este silencio. Esta espera. Estas paredes. Estas ganas. Este miedo. Esta voz pequeña halándome las faldas. Esta vigilia. Este día y esta noche. Otra vez lo digo. Este silencio.